Don Remigio Gandásegui y Gorrochátegui, quinto Obispo titular de Dora y Prior de las cuatro Órdenes Militares de Santiago, Alcántara, Calatrava y Montesa, como pastor de la diócesis ciudadrealeña visitó la aldea de Ruidera el 2 de enero de 1908, permaneciendo tres días al pie de sus lagunas, predicando en su iglesia y visitando la escuela y las fábricas de luz allí establecidas.

Visitas pastorales

Esta visita se realiza al pueblo de Ruidera el 2 de enero de 1908, es decir, tres años después de la proclamación del Obispo D. Remigio Gandásegui y Gorrochátegui.

Primeramente, quiero anotar unas líneas aclaratorias de lo que es una “visita pastoral” siendo ésta una de las tareas más importantes del Obispo en la propia Diócesis.

Significado

Es el encuentro del obispo como Pastor -de ahí el nombre visita pastoral- con todo el pueblo de Dios, que el Señor le ha encomendado, y que vive en todas las parroquias y otras comunidades, que integran la Iglesia diocesana.

En ella tiene encuentros con el clero, los religiosos y los laicos para exhortarlos a tener una vida de fe y práctica cristiana, y examina y valora las estructuras e instrumentos destinados al servicio pastoral.

Historia

Las visitas pastorales respondían a una antigua costumbre iniciada en la Iglesia oriental en el siglo IV y ya presente en la Iglesia hispana a comienzos del siglo VI. En la Edad Antigua, los diferentes concilios legislaron sobre su obligatoriedad y establecieron formularios, y en algunos de los medievales fijaron una periodicidad anual, que luego no llegaba a cumplirse.

Aunque habituales durante la Edad Media no adquieren el rango de obligatorias hasta después del Concilio de Trento (1545-1563).

A partir del Concilio se convertirán en testimonio evidente de la autoridad del obispo en su diócesis, pasando a ser un mecanismo de control. Para cualquier diócesis de la época, los puntos de referencia en estas visitas eran dos: por una parte, las directrices que quedaron definidas por Trento para estas inspecciones y por otra, las disposiciones concretas que se establecieran en los sínodos particulares para el desarrollo de las mismas.

Los resultados de estas visitas pastorales se conservaban por escrito, primeramente en actas notariales o registros en forma de cuadernos o libros manuscritos que recordaran lo visto por el inspector y las recomendaciones formuladas, a fin de garantizar su cumplimiento, posteriormente como documentos sueltos en los archivos eclesiásticos.

Vista general de Ruidera en 1930
Aldea de Ruidera en 1930

Objetivo

El objetivo de las visitas era doble: por un lado estaba el real, que abarcaba el conjunto de bienes y su administración, como era la comprobación de rentas, estado material de los templos, utensilios, y ornamentos de culto, libros, revisión de cuentas, situación de los beneficios y sus bienes, de las propiedades, etc.; y por otro el personal, que comprendía tanto a los eclesiásticos, especialmente en cuanto al cumplimiento de sus deberes clericales, como a laicos al servicio de la iglesia, y en general la detección y consiguiente corrección de eventuales irregularidades, abusos, escándalos o desórdenes.

Hasta la puesta en práctica de las normas tridentinas, las actas revisten carácter de inventario de los bienes de la iglesia y de recomendaciones sobre sus reparaciones o necesidad de nuevas adquisiciones.

A partir de la década de 1540 cambia la tónica de las inspecciones: los visitadores omiten los inventarios y se centran más en cuestiones de doctrina, liturgia y costumbres.

Obligación

La obligación de realizar estas visitas pastorales se mantiene hoy día, no alejándose en exceso de las recomendaciones de Trento formuladas siglos atrás.

El canon 396 del Código de Derecho Canónico dispone en su parágrafo 1° que: el obispo tiene la obligación de visitar la diócesis cada año total o parcialmente de modo que al menos cada cinco años visite la diócesis entera, personalmente o, si se encuentra legítimamente impedido, por medio del obispo coadjutor, o del auxiliar, o del vicario general o episcopal, o de otro presbítero.

En esta visita, añade el parágrafo 2°: puede el obispo elegir a los clérigos que desee, para que le acompañen y ayuden en la visita, quedando reprobado cualquier privilegio o costumbre en contra.

El Código de Derecho Canónico en esta materia se hace continuador del Código de Derecho Canónico de 1917 que en el canon 343 describía los objetivos de la visita con estas palabras: “para conservar la doctrina sana y ortodoxa, mantener las buenas costumbres, corregir las malas, promover la paz, la inocencia, la piedad y disciplina en el pueblo y en el clero, y ordenar todo aquello que, según las circunstancias, redunde en bien de la religión”.

La realización de visitas pastorales de los obispos a sus diócesis es por lo tanto vital para un preciso conocimiento de las diversas realidades que acontecen en los pueblos y comunidades parroquiales. Permiten una conexión fundamental entre el obispo y su pueblo, y sirven para trazar nuevas líneas de actuación allí donde se efectúan.

Don Remigio Gandásegui, Obispo Prior

Esta visita se realiza al pueblo de Ruidera el 2 de enero de 1908, es decir, tres años después de la proclamación del Obispo D. Remigio Gandásegui y Gorrochátegui.

D Remigio Gandásegui fue preconizado el 27 de marzo de 1905. Desde el 26 de agosto de 1905 hasta el 13 de julio de 1914, como pastor de la diócesis Ciudadrealeña. Es el 5º Obispo titular de Dora y Prior de las Órdenes Militares (Ciudad Real).

Antes de adentrarnos en la transcripción literal del documento, exponemos unas pinceladas de su biografía que nos hacen entrever a un obispo erudito que trabajó incesantemente por el desarrollo educativo.

Nacido en Galdácano (Vizcaya), 5.I.1871-Valladolid, 16.V.1937. Eclesiástico, canónigo, obispo. Fue un hombre activo, emprendedor y profundamente preocupado por los problemas que afectaban a la sociedad española de la época. Durante sus 22 años de episcopado, Gandásegui desarrolló una labor destacada a escala nacional y diocesana, procurando la re-cristianización social por medio del desarrollo del fasto religioso, la potenciación de la obra social de la Iglesia y la defensa política de los intereses eclesiásticos.

De ilustre  familia,  ingresó en 1884 en el seminario diocesano de Vitoria, en el que cursó Humanidades, Filosofía, Teología y tres años de Derecho Canónico, y de cuyo claustro docente formó parte antes de ordenarse sacerdote -1893-. Después de licenciarse y doctorarse en Teología por la Universidad Pontificia de Salamanca y opositar a varias canonjías, obtuvo mediante oposición la de lectoral de Zaragoza, en junio de 1899. Presidente del Ateneo de San Luis Gonzaga y consiliario de la Liga Católica, destacaría por su talante emprendedor y su honda preocupación por el asociacionismo católico, especialmente, en su costado sindical agrario.

Obispo de Dora y prior de las Órdenes militares a una edad muy infrecuente (treinta y cuatro años), el 3 de enero debió ser el día en el que Alfonso XIII, en virtud del Real Patronato, lo propuso a San Pío X. Su decenio al frente de la diócesis ciudadrealeña, colmado de tensiones y pleito con su clero a causa de su híspido temperamento, estuvo también cuajado de realizaciones en diversos campos de la actividad pastoral, presentándose en muchas ocasiones como un líder social y hasta político. Destacó por su dinamismo y espíritu emprendedor. Se distinguió también por su actividad, fundando asociaciones de tipo religioso y social. Redactó numerosas pastorales.

Don Remigio Gandásegui fue promovido en marzo de 1914 para la sede segoviana, y posteriormente regiría la archidiócesis, valenciana.

Al advenir la Segunda República, una grave dolencia le restó las energías necesarias para una actividad destacada en tan efervescente período. La Guerra Civil le sobrevendría hallándose en su región, sin que su simpatía por el nacionalismo moderado le impidiese correr grandes peligros. Retornado azarosamente a Valladolid, manifestaría una completa adhesión al régimen de Franco, lo que no fue obstáculo para recibir ciertas críticas del lado de sus sectores más intransigentes.

Antigua iglesia de Ruidera donde predicó D. Remigio Gandásegui y Gorrochátegui.
Antigua iglesia de Ruidera

La visita a Ruidera de 1908

La Visita, aparece recogida y detallada en el Boletín Oficial del Obispado Priorato de las Órdenes Militares del Año XXXIII Ciudad Real 2 de enero de 1908. Número 1 Notas Diocesanas, página 26.

…Dr. D. Remigio Gandásegui y Gorrochátegui, por la Gracia de Dios, y de la Santa Sede Apostólica, Obispo de Dora, Prior de las cuatro Órdenes Militares, de Santiago, Alcántara, Calatrava y Montesa, Caballero Profeso de la de Calatrava etc. Etc

Boletín Oficial del Obispado

«…El acontecimiento más importante y que mayor entusiasmo é interés ha despertado hasta la fecha entre estos Rencillas aldeanos, lo ha constituido sin duda alguna la venida de nuestro amadísimo Prelado, primer Obispo-Prior, que sin amedrentarle la soledad de estos campos ni lo lluvioso de la estación, ni las incomodidades de tan largo viaje, no ha querido pasar por alto esta apartada aldea de la Mancha, tan digna como la más la más populosa ciudad del Coto Redondo, de participar del alto honor y celestiales gracias de la Santa visita.

Tres días ha permanecido aquí S. Ilma. y han sido otros tantos días de fiesta y cristiano regocijo para este humilde pueblecito, que se ha visto caldeado con la presencia de su venerable Padre y Pastor, asistiendo con asiduidad al templo, ganoso de aprovecharse bien de las verdades eternas que, en sencillas cuanto amenas y oportunas pláticas doctrinales les explica todas las tardes el tan virtuoso y experimentado Misionero R. P. Gómez, esclarecido Hijo del Inmaculado corazón de María.

Su Señoría Ilma. ha predicado varias veces la divina palabra Y enterándose con verdadera escrupulosidad y empeño de la pobreza  y escasez de elementos de esta humilde Parroquia, en su clase la mas abandonada basta aquí, sin duda alguna, de toda la Diócesis, prometiéndonos estudiar con interés la manera de mejorarla cuanto antes y en forma tal permita residir personalmente en ella al sacerdote encargado de su servicio, y pueda éste atender con mayor asiduidad y esmero a las necesidades espirituales de estos honrados feligreses.

Altamente persuadido de que la enseñanza y educación de juventud es la base más sólida para el adelantamiento y prosperidad de los pueblos, el Sr. Obispo dedicó una visita especial a la escuela, quedando muy complacido de los frutos obtenidos por la señora profesora, cuya labor resulta en extremo meritoria, si se tiene en cuenta las malas condiciones higiénicas del local e insuficiencia del material pedagógico de que dispone. También visitó el Prelado las dos soberbias fábricas de luz eléctrica instaladas en estas famosas lagunas, admirando mucho la enorme desarrollada por los saltos de agua, cuya dirección y aplazamiento revelan gran competencia en los ingenieros constructores.

La noche anterior a la salida del Prelado quemose en su honor una vistosa colección de fuegos artificiales, costeada por el excelentísimo Sr. D. Antonio García Noblejas, en cuyo magnifico hotel ha tenido Su Ilma. un alojamiento digno de su elevada jerarquía.

Sabemos que nuestro amadísimo Sr. Obispo ha marchado sobremanera satisfecho tanto de la docilidad y buena disposición de ánimo de estos humildes labriegos, como de las señaladas finezas y  múltiples atenciones de los Sres. García Noblejas, verdaderos  padres y protectores decididos de los ruidereños á que han rivalizado en entusiasmo por atender y agasajar al celoso Padre é incansable Maestro designado por Dios para velar por los eternos destinos de esta Diócesis Priorato. El Corresponsal…«

Ruidera a principios del siglo XX

Para el pueblo de Ruidera recibir este ilustre visitante, D. Remigio Gandásegui, fue un evento de gracia que refleja en cierta medida aquella especial visita con la que el Supremo Pastor (1 Pe 5,4) y el “guardián de nuestras almas” (1 Pe 2,25), Jesucristo, sigue visitando y redimiendo a su pueblo (cf. Lc 1,68).

Por otro lado, nos testifica la situación de esta “aldea” de Ruidera a principios del siglo XX.  Es muy posible que en este lugar existiese, en tiempos muy remotos, una población importante. Los muchos vestigios y las ruinas que todavía prevalecen, lo aseguran. Debió de estar este territorio bien defendido por la existencia de restos de castillos, como el que hubo junto a la ermita; el de Rochafrida junto a la cueva de Montesinos y el de Peñarroya.

Este municipio posiblemente se ubicó en esta zona la «Laminium» citada por Plinio y Ptolomeo, en la inserción de tres importantes calzadas: Una procedente de Emérita Augusta, Otra de Asturica, y la tercera de Caesar Augusto. Era la ciudad principal del llamado Campo Laminitano, donde más tarde los árabes construirán el castillo de Roydera.

Como apuntábamos, el cruce de vías por el puente actual, aguas abajo de las Lagunas del Rey, demuestra el indudable uso de este sitio a través de todas las culturas por las que ha pasado la península, así su utilización en épocas prehistóricas, ya que restos neolíticos se encuentran con facilidad.


E. Berzal de la Rosa, Remigio Gandásegui (1905- 1937). Un obispo para una España en crisis, Madrid, Biblioteca de Autores Cristianos, 1999.
J. Andrés-Gallego y A. M. Pazos (coords.), Archivo Gomá. Documentos de la Guerra Civil, 1, Madrid, Consejo Superior de Investigaciones Científicas, 2001.
J. M. Cuenca Toribio, Catolicismo social y político de la España contemporánea (1870-2000), Madrid, Unión Editorial, 2003.
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