El cerro de las Canteras es un enorme yacimiento de roca caliza a cielo abierto del cual se extrayeron, durante siglos, los sillares que levantaron las industrias molineras, armeras y bataneras de Ruidera y sus alrededores.
La cantera de Ruidera
Su privilegiada situación en la orilla derecha de la laguna del Rey, próximo a la barrera tobacea ruiderense, le convertía en un enclave estratégico para el suministro de piedra a cualquier construcción cercana.
En Ruidera han estado siempre presentes numerosas edificaciones realizadas con sillares de roca caliza: la fábrica de pólvora, la compuerta real o los cuatro molinos de la Mesa Maestral se nutrieron de las entrañas del yacimiento próximo.
Desde la instalación del primer molino en el medievo, y seguramente antes desde época romana, el cerro de las Canteras fue una de las industrias mineras más utilizadas de las lagunas.
El oficio de cantero
El oficio de cantero se aprendía de manera directa a través de la experiencia y se transmitía de generación en generación por vía oral y familiar. Hasta mediados del siglo XX, prácticamente todas las explotaciones eran trabajadas manualmente.
En toda cantera había dos operaciones fundamentales: la extracción de la piedra de la cantera y el labrado y tallado, momento en que se daban las medidas y formas adecuadas a los bloques.
Podemos imaginar a los trabajadores dedicados a la tarea de arrancar los bloques de piedra de la cantera limpiando la tierra y las piedras superficiales. A continuación, aplanaban el terreno, mediante el uso de la escoda, herramienta en forma de pico con dos puntas de acero aplanadas y cortantes.
A partir de este momento, empezaba la extracción propiamente dicha. Para ello, el primer paso a realizar consistía en hacer las regatas, siempre con la escoda. Se abrían dos surcos paralelos a lo largo del terreno. A continuación, se trazaban otras regatas perpendiculares a las anteriores, de la misma profundidad. De esta manera, la cantera quedaba dividida en una cuadrícula, que facilitaba la extracción de bloques estandarizados.
Una vez delimitadas las regatas, se introducían cuñas de hierro en las mismas, haciéndolas penetrar ligeramente con el pico, e introduciendo tascones dentro de las cuñas. De esta manera, se iba produciendo una fisura que se iba abriendo en línea continua según la fuerza horizontal aplicada. Este proceso permitía despegar el bloque por su base.
Cuando ya se había hecho la fisura, se introducía verticalmente la alzaprima en el surco largo y, ejerciendo fuerza de palanca, se separaba el bloque, haciéndolo bascular con la ayuda del extremo de la almádena. Después, ya se podía extraer el bloque.
Una vez extraídos los bloques sin devastar, los canteros les daban forma regular, igualando y alisando cada una de sus caras, con la ayuda de un trinchante, para que, posteriormente, en los talleres o a pie de obra, los artesanos rematasen la tarea.
Del cerro al molino
Los bloques del cerro de las Canteras serían posiblemente despeñados montaña abajo hasta la orilla de la laguna. Una vez allí, los carros tirados por bestias los trasladarían a su destino definitivo.
El peso de los sillares y las limitaciones de los trasportes de la época, hacían de la cercanía del yacimiento a la obra, una característica de primer orden a la hora de elegir el emplazamiento de la construcción.
(1) Vista de la única carretera por la que puede irse a Ruidera. DOTOR, A. Enciclopedia Gráfica La Mancha y el Quijote, Centro de Estudios de Castilla La Mancha, 1930.
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