La encomienda de Ossa de Montiel poseía siete lagunas que se llamaban: Colgada, Borrucosa, de Ibáñez, Salvadora, Lengua, Redondilla y Tenaja.
La casa de los pescadores
La pesca de dichas lagunas suponía unos ingresos importantes, que en 1478 ascendieron a 5.250 maravedíes (“renta de las lagunas de la Osa”) llegando en 1515 hasta los 6.000. En la segunda mitad del siglo XVI se arrendaba por unos 30.000 maravedíes, habiéndose construido una casa de pescadores, en la que estos pudieran recogerse y almacenar su producto, al igual que en la casa de encomienda se depositaban los cereales y el vino. En las lagunas había “mucho pescado de Barbos y Bogas, y otro pescado menudo y salen Barbos de quince e de a diez y seis libras, y lo pescan con redes, y con una red tiradera, que se dice la Xabega, y con barcos que andan dentro para la gobernar (8)”.
En 1610 se indicó que la casa de los pescadores de las lagunas estaba habitada y cumplía su función, pero habrá que esperar hasta mediados del siglo siguiente para encontrar una descripción del edificio: una casa de campo contigua a la laguna de la Colgada, con un frente de quince varas y un fondo de nueve, con un cuarto bajo que servía de cocina, dormitorio y caballeriza y una cámara a solateja que se utilizaba de almacén, “y sirve para el Abrigo de los pescadores”.
La pesca se realizaba en los cuatro meses que iban de marzo a junio, obteniendo 900 reales de ella Antonio Oliver, de los que tenía que pagar 600 por su arrendamiento. A finales del siglo se había levantado la restricción de la veda “pues se puede pescar en todo tiempo (9)”.
Una descripción más pormenorizada de la casa de los pescadores, realizada también a mediados del siglo XVIII, nos indica que se situaba frente a la laguna, saliendo al campo sus puertas principales.
En la entrada había un cuarto corrido que servía de portal con dos divisiones a derecha e izquierda. El lado de la derecha contaba con un pesebre “que hace dos” y el de la izquierda con su tabique y puerta, que se utilizaba de cuadra con tres pesebres. La cocina tenía una chimenea y un horno “de pan cocer corriente”, subiendo por una escalera de piedra y yeso de nueve escalones a las cámaras, que estaban divididas en dos, teniendo la de la derecha su puerta. En la laguna había un barco para la pesca, que se hallaba en buen estado.
Molinos harineros
La encomienda recibía los tributos por el aprovechamiento económico de otros edificios en las lagunas: molinos y batanes.
En 1478, obtenía diez fanegas y media de trigo y otras siete y media de cebada del “diesmo de los molinos de la Osa”. En 1535 son citados varios de ellos: los molinos blancos de dos ruedas, el molino nuevo que “fiso Andres Lopez”, el de Miguel Gil, los de San Pedro de Villa Robredo que pagaban 10 fanegas de trigo, el de Antonio de los Herreros que abonaba 300 maravedíes, el de la Ossa que entregaba cinco fanegas de trigo, el de Pascual López por el que pagaba 300 maravedíes, lo mismo que daba Bartolomé Martínez por el molino de la Saucedilla (10).
A mediados del siglo XVIII habían cambiado sus nombres. Había tres que se encontraban operativos: el de Ruipérez, que poseía Rafael Valdés, el de Orros y el de Munera, pagando cada uno de sus dueños 600 maravedíes anuales de tributo. El tercero de ellos se llamaba en 1605 de Juan Peñarrubia.
Otros tres que no tenían uso y se encontraban arruinados eran: el del Blanquillo que en 1605 recibía el nombre de Juan Sánchez; el de Juan Cano, vecino que fue de Villahermosa; y el de Rodrigo Muñoz, llamándose el último a comienzos del siglo XVII de Rodrigo Sánchez. Sus tributos eran más bajos al no tener beneficios: 100, 300 y 160 maravedíes, respectivamente. Los molinos de Gonzalo Martín también se hallaban arruinados pagando sus dueños 600 maravedíes, y en 1605 se llamaban de Pablo Sánchez, vecino de Villahermosa.
Había otros tres molinos, el de la Iñiesta, propio de Joaquín Canuto, de Infantes, por el que se pagaban 22 reales (748 maravedíes), y que en 1775 disfrutaba Josef Ballester Colodro, de la misma localidad; el molino Nuevo que tenía un vecino de Infantes y por el que no se abonaba nada, y el del Osero, que poseía Josef Muñoz, de Villahermosa, que entregaba dos fanegas y media de trigo y otro tanto de cebada de impuestos (11).
Batanes
La primera referencia a los batanes es de 1515, cuando aparecen reflejados en los ingresos de la encomienda, 150 maravedíes de los diezmos de los batanes de la Ossa (12), mientras que en 1536 se cobraban 1.200 maravedíes por las tres ruedas de Antonio de los Herreros que antes eran de Miguel Sánchez de la Manga, 600 de las dos ruedas de Francisco de Ortega y 300 de la de Ramírez.
A comienzos del siglo XVII seguían funcionando tres batanes: uno de los herederos de Alonso López, de Villarrobledo, otro de Pedro Giménez, de Villanueva de los Infantes y el último llamado del Ala, por el que pagaba Alonso Rodrigo de Abela, de Montiel, diez fanegas junto con el molino del Blanco.
En el siglo XVIII se mantenía el mismo número, aunque había cambiado su ubicación, pues había dos sitios con batanes arruinados y los dos que funcionaban, propiedad de Rafael Valdés, de Villanueva de los Infantes, por los que pagaba 750 maravedíes, procedían de una reconversión, pues antes eran los molinos de las Beatas. El tercero estaba situado “arriba de los antecedentes” y era de Antonio Montoya, de Villarrobledo (13).
Segunda parte del estudio histórico titulado «Espacios económicos de Ossa de Montiel en la Edad Moderna» de Concepción Moya García y Carlos Fernández-Pacheco Sánchez-Gil, publicado en la revista La Ruta nº 43 de la Asociación de Amigos del Campo de Montiel.
Imagen de portada. Ruinas del molino el Nuevo.
Imagen. JIMÉNEZ, S. Cavilaciones en Ruidera, 2007.
(7) AHN, OOMM, Santiago, libro 1063C, visita de 1478, p. 231.
(8) RAH, Relaciones Topográficas de Felipe II, tomo III, folio 411.
(9) AHN, OOMM, Santiago, libro 1464C, visita de 1610, p. 1883v y AHPA, libro 150, Catastro de Ensenada, personal y real, estado eclesiástico, encomienda de la villa.
(10) AHN, OOMM, Santiago, libro 1063C, visita de 1478, p. 231 y libro 1082C, visita de 1536, p. 464.
(11) AHN, OOMM, legajo 4478, documento 17, 1788, bienes de la encomienda en Ossa.
(12) PORRAS ARBOLEDAS, P. A.: La Orden de Santiago en el siglo XV. Ed. Dykinson, Madrid, 1997, p. 414.
(13) AHN, OOMM, Santiago, libro 1082C, visita de 1536, p. 464 y legajo 4478, documento 17, 1788, bienes de la encomienda en Ossa.
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