Según la clasificación de las Rentas de la Corona de España [24] las Fábricas de Salitre, Pólvora y Azufre son de primera, segunda clase y tercera o subalternas.
Contenidos
Fábrica de primera clase
De primera clase, por importancia, son las de Alcázar de San Juan, Zaragoza y Murcia, mientras que de segunda eran las de Granada, Sevilla o Medina del Campo.
A la de Alcázar pertenecían las de Tembleque, El Pedernoso, Santa María del Campo -siempre teniendo en cuenta el salitre que producían- y los Molinos de Pólvora de Ruidera (trasladados allí en el último tercio del siglo XVIII los del Real Sitio de Cervera).
Era responsabilidad de los administradores y empleados de la fábrica el velar por la calidad del salitre producido para la Corona, no pudiendo mezclarse el destinado a particulares ni alterando la pureza -o afinado- que se exigía por parte del órgano de gobierno.
Categorías laborales
Al igual que en el resto de fábricas de primera clase, la de Alcázar de San Juan contaba con un total de nueve categorías laborales, en la que se hace hincapié en la subordinación, por tanto “conduce a la felicidad de los establecimientos” [25]. Sobre ellas recaía la responsabilidad del correcto funcionamiento de la fábrica y la compra adecuada del material necesario para la elaboración del salitre, siempre evitando el acopio a granel. En el caso de la compra de leña o carbón, y siempre con el visto bueno de la corona, el administrador tenía la potestad de acudir a la subasta.
El personal era, además, responsable de la correcta policía del material, debiendo incluso abonar un pago con una pena correspondiente al delito que se les imputase. En el caso de Alcázar, cualquier trabajador que pudiera ser despedido, jamás volvería a ser admitido en pos del “buen servicio de estos establecimientos” [26]. Tampoco era posible que ningún trabajador tuviese ningún tipo de negocio o ganancia en relación a los contratos que pudiera hacer la fábrica, incluyendo a familiares, ganados u aperos que pudiesen pertenecer a los salitreros.
El número de trabajadores en la fábrica de salitre de Alcázar pudo llegar a ser superior a los 400 a finales del siglo XVIII, si bien este número podría oscilar según las necesidades y temporalidad de la extracción del salitre.
El número de oficiales sí estaba estipulado desde la corona [27], siempre bajo propuesta del administrador, que elegiría a los candidatos según su pericia en el trabajo, además del “desempeño y honestidad” [28]. El número de peones sí podía oscilar según las necesidades de la fábrica, teniendo preferencia para la admisión temporal a hijos de oficiales y los seis peones con mayor antigüedad en la hoja de servicios.
Horario
El horario de apertura de la fábrica de salitre de Alcázar era el siguiente:
- De mayo a septiembre (temporada alta): de 8 a 12h. y de 16 a 19h.
- De octubre a abril (temporada baja): de 9 a 12h y de 15 a 17h.
Retrasos y descuentos en el jornal
Los trabajadores estaban obligados a pasar lista dos veces al día, anotando las faltas. En caso de ausencia, se descontaba del jornal según un baremo:
- Una hora de retraso: un cuarto de jornal.
- Tres horas de retraso: medio jornal.
- 24 horas acumuladas: despido de la fábrica.
Todos los trámites que los salitreros “obligados” tuviesen que realizar, tendrían que pasar por el administrador de la fábrica para ser enviados al ministerio, no pudiendo nunca negarse dicho administrador. Sin embargo, los oficiales sí podían enviar directamente instancias al ministerio si detectaban algún tipo de negligencia grave en la fábrica o bien si se viese perjudicada la producción normal de salitre.
Comunicación
Una norma peculiar era la política de comunicación de la fábrica. Tanto peones como oficiales tenían que contar qué se hacía en las dependencias de la salitrería, inclusive mostrar las técnicas de elaboración en el caso de que el solicitante tuviera cierta notoriedad.
La fábrica tenía que ser visitada por personas nombradas por el ministerio al menos dos veces al año (en enero y por San Juan), además de las que dependían de Alcázar. La finalidad era comprobar el estado en el que se hallaban, para reparar, proponer mejoras y comprobar el correcto inventariado de las herramientas necesarias para la obtención del salitre. Era especialmente importante la visita que se hacía tras el inventariado de final de año, llevada a cabo por peritos de la propia fábrica, donde los oficiales tenían que certificarle al contador la cantidad de dinero existente en el recinto y la integridad de los aperos y utensilios.
Tercera parte de la publicación «La industria del salitre y la pólvora en Alcázar de San Juan». Tesela nº 81, Patronato Municipal de Cultura del Ayuntamiento de Alcázar de San Juan. 2020.
Imagen de portada. Mapa de Alcázar en 1840, donde se observa el desarrollo de la ciudad alrededor de la fábrica de salitres y los terrenos anexos utilizados para su extracción. Centro Geográfico del Ejército. H. 1840 “Alcázar de San Juan”.
[24] Gallardo Fernández, F.: “Origen, progresos y estado de las rentas de la corona de España, su gobierno y administración”, Tomo VI y VII. Imprenta Real, Madrid, 1808.
[25] Ibídem.
[26] Ibídem.
[27] Gallardo Fernández, F.: “Origen, progresos y estado de las rentas de la corona de España, su gobierno y administración”, Tomo VI y VII. Imprenta Real, Madrid, 1808.
[28] Ibídem.
09/03/2022 a las 9:58 pm
Interesante artículo de Pablo Pichaco