En la mañana del día 11 de junio de 2018 los ojos de don Pablo «el cura de la foto» se posaron en la «iglesia nueva» de Ruidera. Cuando abandonó la aldea junto a su madre y hermana, después de los rigores del verano del año 1955, para continuar su labor sacerdotal en la villa de Daimiel, dejó a su querida Virgen de la Blanca en la antigua ermita situada en la calle principal cerca de la Casa Grande.

Sesenta años después la nueva iglesia, construida pocos años después de su partida, es toda una novedad para los ojos del viejo sacerdote

Junto a la nueva iglesia

El regreso a Ruidera resultó de lo más emotivo. Nada más bajar del coche sé dirigió lo más rápido que le permitían sus piernas hacia el templo. Partió hace 60 años dejando preparados los materiales más básicos, como piedras, arena o cal, para su construcción, que generosamente fueron aportando los feligreses de Ruidera.

Entró en el templo y sus ojos se fijaron en la imagen de Nuestra Señora de la Blanca. La última vez que cruzaron sus miradas era un joven sacerdote recién ordenado con poco más de 20 años

Antigua iglesia de Ruidera
Antigua iglesia de Ruidera

Don Pablo tenía verdadero interés en poder celebrar de nuevo la Santa Misa a los pies de la patrona de Ruidera, tal y como lo realizaba todos los días a primera hora de la mañana en los años 50 del siglo pasado. Todo le parecía nuevo y cambiado. ¡ Hasta la imagen de la Virgen luce diferente ! exclamaba. Gracias a la ayuda de varias mujeres que cuidan del templo pudo cumplir su deseo. Después tendría lugar el momento más emocionante del día.

El reencuentro con sus chicos

De los 26 chicos escolarizados en la escuela unitaria de niños de Ruidera que posaban en la foto del año 1955 junto al profesor y al sacerdote de la aldea, muchos ya no están entre nosotros y otros no viven lejos de la tierra que les vio nacer.

Pudimos reunir al sacerdote con varios de sus muchachos que todavía hoy viven en Ruidera. Difícil describir el momento en que don Pablo se reencontró con los chicos después de sesenta años. Fueron momentos llenos de emociones  y recuerdos, de preguntas y sentimientos de toda una vida. El regreso a Ruidera del viejo sacerdote había tardado 60 años.

Salvador, Juan y Doroteo hicieron pasar a don Pablo un día que nunca podrá olvidar

Los niños de Ruidera con el maestro y el cura en 1955
Niños de Ruidera con el maestro y el cura en 1955 (1)

¡Cómo ha cambiado la vida! ¡Cómo ha cambiado Ruidera! Fueron algunas de las palabras más escuchadas durante la comida. La imagen de los chicos pasaba de mano en mano en un intento de reconocer a todos los que aparecen en ella y su trayectoria en estos sesenta años trascurridos.

Don Pablo dejó una aldea perdida al pie de las lagunas de Ruidera cuyos habitantes vivían de la tomiza, la agricultura, la caza y la pesca. Pilares centenarios de una forma de vida que la llegada del turismo en los años 60 del siglo pasado ha hecho desaparecer casi por completo (¿para siempre…?)

El regreso a Ruidera terminó con una visita obligada a las lagunas donde don Pablo pescaba con sus chicos cachuelos y calandinos cuando caía la tarde. Momentos como el vivido ese día hacen que tenga sentido seguir trabajando en este blog.

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Segunda parte del estudio histórico titulado «Historia de una foto de la escuela de Ruidera»


Mi más sincero agradecimiento al «cura de la foto» don Pablo Cea, y a sus chicos Salvador, Doroteo y Juan, sin cuyos testimonios nunca habrían visto la luz estos recuerdos.
(1) JIMÉNEZ, S. Los críos de mi generación, cuando fuimos registrados en la Escuela Unitaria de niños, junto al maestro Don Antonio y al cura Don Pablo. Cavilaciones en Ruidera. 2007.