La roca tobácea, auténtico corazón del Parque Natural de las Lagunas de Ruidera, fue el lienzo que, durante siglos o milenios, la naturaleza puso a disposición de los hombres del Alto Guadiana para que dejaran grabadas sus ilusiones, miedos y esperanzas.
Igual que en la actualidad cuelgan de muros y paredes diferentes cruces e imágenes devotas, nuestros antepasados de las Lagunas de Ruidera utilizaron el tobazo como pared para «colgar» sus símbolos e iconos religiosos.
La piedra tobácea se presta a ello ya que es una roca porosa de dureza relativa, formada por la precipitación de carbonatos a partir de cuerpos de agua dulce a temperatura ambiente.
¿Qué representa esta cruz? Se trata de la Cruz de Jerusalén o de las Cruzadas, utilizada durante la Edad Media por las órdenes militares españolas y que todavía hoy destaca en el hábito de numerosas hermandades y cofradías.
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La Cruz de las Cruzadas
La Cruz de Jerusalén, también denominada Cruz de las Cruzadas, es un tipo de cruz heráldica compuesta de una cruz griega rodeada por otras cuatro cruces de la misma forma y menor tamaño, llamadas crucetas, situadas en cada uno de los cuadrantes delimitados por sus brazos.
El diseño más esquemático de la Cruz de Jerusalén conocido como Cruz de las Cruzadas, fue la enseña entregada a los cruzados por el papa Urbano II durante la Primera Cruzada cursada entre los años 1096 y 1099.
La cruz fue adoptada como símbolo del Reino de Jerusalén y, como tal, era portada por mucho de los cruzados que según su procedencia la lucían de un color diferente.
Los franceses llevaban la cruz de color plata -blanco-, los italianos de azur -azul oscuro-, los alemanes de sable -negro-, los polacos de sinople -verde- y los españoles de gules -rojo-.
Las cuatro cruces de menor tamaño simbolizan los cuatro evangelistas o los cuatro puntos cardinales por los que el mensaje de Cristo se difundió desde Jerusalén. También se considera que las cinco cruces que componen este emblema, representan las cinco heridas que sufrió Jesucristo cuando fue crucificado.
La cruz de Jerusalén de las Lagunas de Ruidera
La cruz tallada en uno de los edificios travertínicos más sorprendentes del parque natural tiene una relevancia especial, ya que se trata de uno de los contados grabados coloreados de todo el valle del Alto Guadiana.
Las dimensiones y el color de la cruz impresionan a primera vista
El brazo vertical ocupa prácticamente toda la altura de la pared tobácea. Esta alzada, superior al metro, la pátina roja distintiva de los cruzados españoles y la inscripción adyacente, 1889, hacen de la cruz un «ruideratreasure» de primera línea.
El grabado tiene una profundidad aproximada de un centímetro. En todo el panel tobáceo donde se encuentra la cruz puede observarse la acumulación de una película o capa de cal, lo que demuestra que ha soportado las subidas de las aguas de la laguna gran cantidad de veces, prueba indiscutible de su antigüedad.
A ambos lados de la cruz todavía quedan rasgos de las crucetas que completaban la gran cruz central, aunque ya prácticamente no se distingue su patina roja original.
1889, una fecha en el tobazo
Todavía se aprecia en los cuatro dígitos tallados en la toba la patina roja similar a la de cruz contigua. La uniformidad de la capa de cal del tobazo y de la coloración empleada parece confirmar la misma datación de ambos grabados.
El artista grabó junto a la cruz la fecha de su obra: 1889
¿Que pudo llevar al hombre de 1889 a rasgar y pintar el tobazo de esa forma? Novelando de alguna forma estas líneas vamos a describir uno de los hechos de más impacto pudo generar en el año de 1889 y que pudo llevar al habitante de las lagunas a levantar sus plegarias a su hacedor.
La gripe rusa
La gripe rusa fue una pandemia de gripe que tuvo lugar entre octubre de 1889 y diciembre de 1890, con varias recurrencias entre los años 1891 y 1894. Causó la muerte de alrededor de un millón de personas en todo el mundo.
En el invierno de 1889 la pandemia avanzaba inexorablemente. En noviembre la prensa informaba de que en la ciudad rusa de San Petersburgo miles de personas estaban enfermas; incluso el zar y su familia enfermaron. No se sabía su procedencia, pero desde allí se propagó hacia Europa.
El 9 de diciembre la epidemia ya estaba muy extendida en Paris y también estaban infectadas Berlín y Viena. Casi al mismo tiempo se iniciaba en Londres y aparecían los primeros casos en España.
Tal vez, ante semejante amenaza, el hombre de las lagunas levantó el corazón hacia su creador y la mano hacia el tobazo, dejando tallado el símbolo de su redención.
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