Hoy no son pocos los instantes en los que ya me divido, entre una sensación de lo real y cotidiano y una pulsión metafísica del misterio del todo  que vivo y me vive… Pienso en lo que sucedió ayer, en lo que pueda suceder mañana y en lo que fue un pasado muy pasado, como un sueño disfrutado…

«Perseguir imposibles -dijo el emperador Marco Aurelio- es locura; imposible es que los ruines dejen de hacer ruindades.»  

Abrigos de las Conchas

Así se hizo Las Lagunas de Ruidera en el Tiempo

Eran los primeros meses de los años ochenta, cuando surgía un arrebato, nada ordinario, en un grupo de amigos para garabatear algo sobre poblados prehistóricos que “sonaban”, altos, sin ruidos, obscuros y  olvidados, en los oteros del mundo de los montes; envueltos por carrizales y también entre ringleras de  árboles…

Con aquella idea propia, que parecía abarcar toda la visibilidad de muchos “universos” de pobladores de mundos muy antiguos, “dormidos” y difuminados en el sosiego, desasosiego de la noche eterna; entre las afligidas hadas  y los extendidos abandonos; con mis ensoñaciones de despierto, embarqué en mi chalupa de naufragado a un grupo de amigos: Daniel Escribano, profesor; Jesús “Chicote”, profesor; Jesús Rodríguez, policía nacional y Antonio Chaparro, perito agrícola.

En aquellos días de los años ochenta, partimos “aguas abajo” hasta las cercanías de Argamasilla de Alba, cruzando el río de trazados vacíos, con muchas imágenes vagas, señalando un poblado, montículo de la prehistoria… Ya sin el murmullo del agua, empezamos a trazar con el lápiz de la imaginación, el bosquejo de un proyecto cargado de muchas negaciones y escurridizas cronologías; suponiendo, a nuestro lado, pobres pero ilustres auditorios de unos pobladores de los que poco se sabía. Y yo preguntándome si envejecía la eternidad…

Pero la aspiración y boceto en “equipo” quedó en comentarios filosóficos y suposiciones “sonámbulas”, que solo Antonio Chaparro y este apasionado narrador, harían realidad tras varios años de trabajo, culminando con unos cuantos “rescatadores” ejemplares, ya “consumidos”, editados con préstamos bancarios: «Las lagunas de Ruidera en el Tiempo» (1). Lo que en inmemoriales tiempos de la eternidad, fueran soberbios “Cabezos” como ostentando recios paredones y contrafuertes, embozados y camuflados por las brumas del aguzal, los encontramos  como hundidas y ruinosas gibas de escombros, polvo y cenizas…

Andaba el año 1979, y en la Parroquia de la entonces aldea de Ruidera, recalaba el párroco Don Leopoldo Lozano Rivas, a quien aquellas extravagantes cronologías y “sosa” literatura (bastante denostadas) sobre pueblos desconocidos e ignorados; apenas mentados y definidos, a vuelapluma, por algún atípico autor, no le fueron tan “molestas” e indiferentes como a no pocas catervas de simples y ordinarias “Ilustrísimas”…

Obvio es, no poder abarcar con estos capítulos, todo un conglomerado de enclaves, peripecias, incertidumbres, sacrificio, desasosiego y gozo de silentes “melodías” de aquel entorno; con nuestras imprecisiones y dudas, vividas por Antonio y por este narrador de “cavilaciones”, entre inquieto y “estúpido”; sabiendo que no sabía… Aquel proyecto y vivencias, “en aquel entonces”, hicieron rayar indescriptibles auroras sobre el aguazal y los campos del Alto Guadiana…

Mesa del Almendral
Mesa del Almendral

Don Leopoldo, sin esperármelo, meses antes de comenzar con la descripción de los asentamientos, me habló del arcano poblado de “La Mesa del Almendral” que yo solo conocía por “correrías de supervivencia en mi adolescencia”, por lecturas esporádicas y por comentarios de ancianos lugareños, facilitándome un documento inédito, fechado en 1934, de autor desconocido, técnico o mecánico de la central de “Santa Elena”, apasionado por el alba de la especie humana y muy interesado por saber quiénes fueron los primeros pobladores de la cuenca del Alto Guadiana… Por lo que en cuanto disponía de tiempo, dibujaba y describía lo que hallaba en superficie en el “oscuro” y descuidado asentamiento de “La Mesa del Almendral”, próximo a la central hidroeléctrica.

Sembrando en la Mesa del Almendral

En aquellos tiempos de 1979, la “Hermana María de Carraco”, esposa del “Hermano Carraco”; agricultores-arrendatarios que, en los años cuarenta habían sembrado cebada y centeno en “La Mesa del Almendral”, me contaba:

«… Y cuando aramos en lo alto de la loma de La Mesa, algunos días se nos ponían los pelos de punta y lo pasábamos mal, al sacar orzas con cinco o seis calaveras de criaturas chicas dentro… Y pensamos que serían de cuando la guerra de los moros o de las calenturas tercianas, que había muchas…

Y  decían los viejos que a las mujeres y a los chiquillos y que los escondían cuando había guerras, en la cueva Maricagarría y en otra sima que está entre unas  matas al final de la ladera del cerro de enfrente, que le decían la Raja Esconde Criaturas y Chuchas…»

Casas de El Madero, las Lagunas de Ruidera en el Tiempo
El Madero

El Madero y las Conchas

Y ahí se escondían Los Chuchas al acabarse la guerra y por eso no los pillaban nunca… Entonces en la cañá de Las Hazadillas había muletás que cuidaba Cagarriche el de La Osa… Y había mucho ir y venir de gente de Villahermosa, Infantes, Montiel, Villanueva de La Fuente, Tomelloso… Y había muchas mimbreras en la vega y lagunilla de la casa del guarda del Madero y cuadrillas de gitanos, de unos treinta, que hacían canastas de mimbre y luego las vendían por estos pueblos; eso cuando estas fincas eran de doña Enriqueta Sánchez y de su familia…

Entonces entre los gitanos había una gitana fresconaza, morena y guapa, que le decían Carlota; que se cobijaban en los tobazos de Las Conchas, que están cerca del camino en la cañá, más arriba de las tinás de Las Hazadillas… Y enfrente de Las Conchas, al final de La Mesa está el Picacho Tira Borricos…

Y en las casas del Madero estaba de guarda el “Hermano Moreno”, de La Osa, que los amos se lo llevaron a “Madrí” y lo salvaron de las calenturas tercianas… Que criaba pavos y luego los vendía en la feria de Tomelloso… Aquellos montes dan como mucha pena, por  lo mucho y malo, que ha pasao en ellos…”.

A los pocos días partí hacia “La Mesa del Almendra”; enclavada entre las lagunas “Santos Morcillo” y “La Batana” al saliente y al noroeste “La Colgada”; paraje del término municipal de Ossa de Montiel y provincia de Albacete;  ubicado dentro del perímetro del Parque Natural y de las renombradas fincas de “El Madero” y “La Era Vieja”, (actualmente Refugio de Fauna); correspondiéndole las funciones de gestión y administración, a la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha, por Real Decreto 1676, de 8 de Febrero…

Tomando como punto de referencia la central hidroeléctrica de “Santa Elena”; muy atrás ya aquel instante solemne de su puesta en marcha, en 1902. Cayada e ignorada desde el año 1970; ahí se concatenan tantos y tantos recuerdos…, también negligencias y olvidos, comienzo describiendo: “… La central de “Santa Elena”, a punto ya de no justificar nada, en la que trabajé de maquinista varios meses, el año 1964,  salvando a Telesforo cuando cayó el rayo, se halla enclavada entre las lagunas “La Batana” y “La Colgada”; encontrándose el centro de “La Mesa del Almendral”, a donde me encamino, en dirección oeste, abarcando un ángulo de 70º grados.”

Abrigos de las Conchas, las Lagunas de Ruidera en el Tiempo
Las Conchas

Cueva Maricagarría

“Con cierto ahogo, por si aparece el obstinado guarda particular del coto, continúo, este año de 1979, por el camino del margen izquierdo que bordea la laguna “La Colgada”, virando a la izquierda, a los 1500 pasos, dirección sureste 160º (grados), con el fin de “dar fe” de lo que había aprendido del acervo lugareño y de lo publicado por ciertos autores… Asciendo por la ladera del cerro y a los 150 pasos del camino, localizo una especie de hundimiento o geo-hoyo… Se dice que el barranco fue aprovechado como cantera por unos caleros de la zona, con el fin de obtener, con menos esfuerzo, piedra caliza para las caleras… Si bien, en el geo-desplome parece que se realizó una “cata”, con el propósito de dar con la trayectoria de las galerías de la cueva, situada 120 pasos más arriba; para dotar a la espelunca-guarida, de una entrada-salida de más fácil acceso, que la abertura natural de la cripta.

Estoy en la “boca” de la cueva María Garrida o Maricagarría. Al principio de la entrada, si se quiere descender hay que hacerlo sujeto a una cuerda, dada la verticalidad en forma de tubo de la roca… Circulan por estas vecindades sucedidos, (alguno muy siniestro) en torno a la espelunca, que responderían en mayor porcentaje a hechos acaecidos, que a invenciones o fábulas…:

«Antaño, un cazador de la comarca -alguien mencionó a mi abuelo Juan- al pasar con la batida junto a la cueva, el perro se precipito al interior y al ver que no salía y se le oía aullar muy  adentro, salió deprisa y corriendo a Ruidera para volver con una soga, pero cuando estaba llegando a la aldea, se cató con la sorpresa de que su perro estaba detrás de él, empapado en agua… Al llegar a la aldea, le contó a la familia y a la gente la peripecia con el animal; explicándoles que la cueva se comunicaba con la laguna La Colgada».

Nada más deslizar la mirada a la limpia quietud del monte cercano y a un entorno fluvial más alejado, que clama desolación por los muchos estragos; con los ojos como platos miro la “región” obscura de la sima, donde por lo leído y contado por lugareños, en un pasado lejano, unos huertanos que aprovechaban la morceguila o guano de los murciélagos, para abonar sus huertos, se toparon con una treintena de cuerpos humanos descuartizados, envueltos en sacos de arpillera… A partir del macabro hallazgo, nadie de la comarca entró más en la caverna, por creer que allí moraba algún engendro del averno…  

Unos quinientos pasos más, en dirección sureste 130º, me encuentro en el borde de la “Raja Esconde Criaturas”, entre unas encinas de bajo porte, y unos pasos más arriba estoy en plena “Mesa del Almendral”; pisando sus restos, a 855, 850, 865, 858, 867 y 886 metros de altitud sobre el nivel del mar. El panorama es inquietante, ya que toda la superficie del asentamiento, este año 1979, ha sido desfondada por tractores con arados-vertedera y el muro del perímetro que delimitaba el poblado, ha sido descuajaringado… Y curiosa paradoja: junto a la muralla, con asombrosa “arquitectura” e ingenio, una colosal colonia de hormigas, se afana marcando y murando el hormiguero…

BIBLIOGRAFÍA RECOMENDADA: 
JIMÉNEZ RAMÍREZ, S. y CHAPARRO SABINA, A. Las Lagunas de Ruidera en el Tiempo. Edición de los autores. Villanueva de los Infantes. 1989.

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Primera parte del artículo «Hollando trochas de oscuros y descuidados escenarios de la prehistoria del Alto Guadiana».


Imagen de portada. Portada del libro Las Lagunas de Ruidera en el Tiempo. 1989.
(1) JIMÉNEZ S. y CHAPARRO A. Las Lagunas de Ruidera en el Tiempo. 1989.