La existencia de una pequeña población en Ruidera, formada por los trabajadores que se encargaban de atender la casa principal, los molinos y batanes, así como la producción agraria, textil y piscícola de su entorno, hacía necesario que se les dotara de los medios para recibir una adecuada atención religiosa y espiritual. El relativo aislamiento de la heredad, unido a la lejanía y cortedad de las poblaciones más próximas, como eran Alhambra y La Ossa, provocó que desde los primeros momentos se contara con un edificio religioso, con la suficiente entidad para decir misa y atender a los habitantes de la zona.
Este edificio fue la ermita de Nuestra Señora la Blanca, situada en las proximidades de la casa principal de la que apenas le separaban unos diez o doce pasos, en dirección oeste [9].
Santa María de Ruydera
Las primeras descripciones del edificio, realizadas en 1478 y 1480 son escuetas, limitándose a indicar que era una iglesia con buenas paredes de cal y canto, cubierta de teja y madera, “la qual se llama de Santa María de Ruydera”.
La iglesia haría tiempo que había sido construida, pues se indica la necesidad de efectuar importantes reparaciones, ordenando los visitadores de la Orden de Santiago a los arrendadores de la heredad, que la hagan retejar y reparar, y que lleven una cuenta pormenorizada de los gastos, para lo cual “tomasen testymonio de lo que gastasen y donde”, de forma que puedan presentar justificación de ello.
Durante la década siguiente cambio su advocación, recibiendo el nombre de Nuestra Señora la Blanca [10].
Reparaciones de la ermita de Ruidera
En 1494 se especifica que la cubierta era de pares de pino y ripia, teniendo una lámpara colocada delante del altar mayor, careciendo de rentas. En ese año era necesario retejarla, aunque a pesar de los mandatos dados en ese sentido, no fue hasta cuatro años después cuando se realizó un estudio serio de las necesidades de la ermita, dentro de otras obras de mayor calado que se iban a llevar a efecto en el conjunto de la heredad. En el tejado se debían poner cuatro tirantes nuevos y retejar toda la ermita, para lo que eran necesarias seiscientas tejas. Pero se decidió no limitar las reparaciones a los tejados, ordenando que se arreglaran los poyos, se echara un suelo de tierra “a pisón” y se enluciera por encima. También se debían enlucir las gradas del altar y arreglar la entrada de la portada, poniendo un cerrojo y una cerradura en la puerta [11].
Aunque el maestro elegido, Francisco de Marchena, realizó la mayor parte de las obras encomendadas, sobre todo en los elementos productivos y económicos de la heredad, no sucedió lo mismo con la ermita, cuya reparación no fue considerada una prioridad. Por este motivo, la ermita de Ruidera en 1507 se encontraba en un estado verdaderamente lamentable, con la madera muy vieja, indicando los visitadores que a pesar de los numerosos mandatos dados para que fuera reparada, estos “no se hallaron hechos”. Esta situación se fue acentuando en los años siguientes, indicando cuatro años más tarde que la hallaron “toda cayda e podrida su madera”, teniendo un agujero en la pared. En 1515 el tejado no había podido resistir el paso del tiempo, estando descubierta la mayor parte del edificio, conservándose sólo el tejado de la zona del altar mayor, donde se celebrarían los actos religiosos, y en los que se concentrarían los fieles, para vitar las inclemencias del tiempo.
En estos años se valoraba el coste de las reparaciones en 4.638 maravedíes, que se distribuían de la siguiente forma: 56 “colonnas”, a 20 maravedíes cada una y 12 solares por el mismo precio la unidad; 6 hilares, al precio de 20 maravedíes por unidad, y tres docenas de ripia, a un coste de 100 maravedíes la docena; 500 tejas que valían 400 maravedíes; cal y arena para la reparación de una esquina del edificio por 68 maravedíes y otros 50 para clavos; la mano de obra (“manos de maestros e peones”) ascendía a 2.100 maravedíes, la cal y arena para las cubiertas del tejado suponía 120 maravedíes y la misma cantidad para otros gastos menores [12].
Finalmente, en los años siguientes se abordó su reparación, cuando su estado era tan deplorable que amenazaba ruina. Los visitadores de 1525 la encontraron en buen estado y bien reparada, e incluso estaban a punto de hacer unas pequeñas reparaciones en los poyos y en el tejado, las cuales ya estaban concertadas y pagadas.
Todo ello provocó que los habitantes de la heredad de Ruidera tuvieran en los años siguientes un edificio religioso adecuado a sus necesidades espirituales, con una cubierta de madera de pino bien labrada, contando además con un reja de madera que separaba la capilla del cuerpo de la iglesia, elemento que se conocía con el nombre de deesis, siendo utilizado para separar el espacio donde el sacerdote realizaba la consagración, del resto de la ermita, ocupado por los fieles. A los pies de la iglesia, encima del tejado habían construido un “esquilón”, que hacía la función de campanario.
Limosna de Alhambra
La ermita de Ruidera se dotó de los bienes necesarios para poder decir misa: un ornamento de lienzo con todo su aparejo, un misal de la Orden de Santiago y una campanilla utilizada durante la consagración (“que faze señal quando alçan”). Carecía de rentas y tierras, aunque para conseguir algunos ingresos se pedía limosna con un bacín en la cercana villa de Alhambra. La persona encargada de coger la limosna era Pedro de la Madriz, vecino de Alhambra, al cual se le encargó que pusiera un cepo en la red, con cuyos ingresos y los de la limosna, debía retejar y reparar la ermita [13].
Tercera parte del artículo «El Heredamiento de Ruidera en el paso del medievo a la modernidad» de Concepción Moya García y Carlos Fernández-Pacheco Sánchez-Gil.
Imagen de portada. Planta de la ermita de Ruidera, IGN, POBL131036, 1883, en Ruidera 1791-1785 Génesis y construcción de una fábrica de pólvora, p. 91.
Figura 1. Antigua iglesia de la aldea de Ruidera. Fotografía de Carlos Vázquez, 1954.
[9] VIÑAS MEY, C. y PAZ, R.: Relaciones histórico-geográficas-estadísticas de España ordenadas por Felipe II. Ciudad Real. Centro Superior de Investigaciones Científicas. Madrid, 1971, p. 35.
[10] AHN. OOMM. Santiago. Libro 1063C, visita de 1478, p. 216; libro 1064C, visita de 1480, p. 168.
[11] AHN. OOMM. Santiago. Libro 1067C, visita de 1494, p. 398; libro 1068C, visita de 1498, p. 168.
[12] AHN. OOMM. Libro 1071C, visita de 1507, pp. 425 y 428; libro 1077C, visita de 1511, pp. 31, 34 y 35; libro 1078C, visita de 1515, pp. 34 y 37.
[13] AHN. OOMM. Santiago. Libro 1080C, visita de 1525, p. 997; libro 1082C, visita de 1536, pp. 372 y 373.
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