¿De dónde se extraían las piedras de los molinos que jalonaban el curso del Guadiana a su paso por Ruidera?
Desde tiempo inmemorial Ruidera ha sido tierra de molinos y batanes. En el corto tramo de río que va desde la laguna del Rey a la Cueva Morenilla numerosas industrias molineras y bataneras han salpicado durante siglos el tobazo ruiderense
Los cuatro molinos harineros que el genial arquitecto Juan de Villanueva transformaría en batanes de pólvora, el molino de la Mebrilleja, los batanes El Ladrón, La Casa y Enmedio, son algunos ejemplos del aprovechamiento de las aguas del Guadiana a su paso por Ruidera.
Pieza fundamental de los molinos eran las piedras o muelas que trituraban el grano. Dos características esenciales debía tener una cantera de piedras para molinos: una roca de dimensiones y características adecuadas y una ubicación cercana a los molinos.
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La cantera de piedras de molino de Ruidera
Tarea imprescindible era la localización del tipo de roca adecuado para el tallaje de la piedra. Se buscaba que la disposición de la piedra fuera en forma de estratos horizontales y de un espesor similar a las muelas que se deseaban obtener.
No lejos de los antiguos molinos, al abrigo de la vega del Alto Guadiana, se levanta un banco petreo de unos siete metros de largo por uno de ancho. Todavía hoy se aprecia su borde en forma de semicírculo, prueba inequívoca de la intervención del hombre en la roca. De aquí salieron algunas de las piedras que durante siglos trituraron el grano en los molinos vecinos.
Como si quisiera reafirmar el hallazgo, junto a la roca horadada, yace abandonada una piedra centenaria. Totalmente tallada, posee un diámetro de 1,35 metros y un ojal redondo en el centro que permitía el paso del grano. Debió ser abandonada por algún defecto en su estructura o fabricación.
Labra de las piedras
La piedra era cortada por estratos horizontales del grosor de una piedra de molino. A base de golpes del cincel, aprovechando los huecos de la roca en los que se introducía una cuña a golpe de maza, el cantero iba picando por el interior de la peña abriéndole un canal curvo. Una vez desprendida de su seno la gran piedra, se desbrozaba y afinaba allí mismo, arrojando por la ladera los mil trozos desechables.
Para arrancar, tallar y alisar las piedras se utilizaban diversas herramientas: palancas, picos, mazos o mandarrias, cuñas de hierro, picachones, rodos, reglas, compases y cinceles.
Una vez extraídos los bloques de piedra, a pie de cantera, se daban forma redondeada a golpe de martillo. En ocasiones, había que calzar la piedra, cercana a la tonelada de peso, y para ello se usaban unas largas palancas de roble y “la leva” o piedra empleada como punto de apoyo. Así la piedra quedaba “encamada” y facilitaba el trabajo del cantero. De la misma forma se procedía para “voltear la piedra” y tallar la otra cara de la muela, finalizando así su labra en la misma cantera.
Transporte hasta los molinos
Para transportar las piedras desde la cantera de piedras de molino hasta su destino se contrataban carreteros que viajaban con su carros y bueyes hasta la cantera. Las piedras eran levantadas y posadas en los carros con unas grandes palancas de madera que podía llegar a pesar de 30 o 40 kilos.
Las pesadas piedras, a veces de hasta 1.000 kilos, eran transportadas directamente en carro hasta los molinos cercanos. Una vez en su destino, el molinero realizaba los últimos trabajos de tallado hasta conseguir el acabado deseado.
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