Caminando por el margen del río Alarconcillo nos topamos con tumbas de un capítulo ignorado de la proyección humana
Labradores y hortelanos se asombraban al ver crecer aquel cereal en los encharcados cenagales del Alto Guadiana
A mediados del siglo XVIII estaba situada en la calle Encomienda, lindado al sur con las Casas Consistoriales
Arrumbados altares sin culto, encerradas e incrustadas en los frontispicios y repliegues de las laderas de los cerros
Las últimas caleras del Alto Guadiana se quemaron en el año 1969
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